Aunque ningún trabajador está a salvo de la ola de expulsiones que recorre de norte a sur el mapa español, existen alrededor de 9.272.000 trabajadores cuya probabilidad de ser objeto de despido es prácticamente nula.
La razón de este particular veto no se encuentra en su alta cualificación, dotes de liderazgo o nacionalidad. El propio marco que regula las relaciones laborales, y que tantas veces ha motivado las críticas del Banco de España, se esconde tras este particular guiño.
Desde el estallido de la crisis subprime, en agosto de 2007, los trabajadores eventuales han servido de parachoques para recibir el impacto del brutal descenso de la actividad. El resultado: el 30% del empleo temporal se ha diluido como agua entre las manos.La excesiva segmentación del mercado de trabajo está detrás de este proceso. Mientras que para 1,2 millones de personas –el 20% de los trabajadores temporales– la indemnización por finalizar su contrato es nula, entre los contratados fijos la extinción puede saldarse con una indemnización equivalente a 128 semanas de salario, según denuncia el Banco de España.
El hecho de salir de la empresa con 56.000 euros bajo el brazo (indemnización calculada teniendo en cuenta el coste salarial bruto actual) o nada da una buena pista de cómo la economía criba el despido de los trabajadores. Por primera vez desde que comenzó la crisis se puede conocer en qué proporción sobrevuela el peligro de despido sobre unos y otros. Según el Observatorio Laboral de la Fundación de Economía Aplicada (Fedea), la probabilidad de ser expulsado disminuye entre un 40% y un 50%, si el trabajador en vez de seis meses acumula entre un semestre y tres años en su puesto. Respecto al mismo punto de partida, llevar más de diez años disminuye la posibilidad de perder el empleo en un 82%. Según el INE, el 45% de los trabajadores tiene una antigüedad de seis o más años.
Los cálculos se basan en una técnica de estimación que utiliza el modelo logit de elección discreta (esto es, un patrón que representa la alternativa que prevalece frente a un conjunto de opciones, mediante una variable dependiente).
Los analistas de la investigación concluyen que ni la edad, el sexo o la nacionalidad son “factores que por sí contribuyen a explicar la probabilidad de sufrir un despido”. De cada cien trabajadores con nivel de formación baja en enero, seis perdieron su empleo en el trimestre siguiente, mientras que la proporción de universitarios que acabaron en esa situación fue de dos de cada cien. Por su parte, de cada cien empleados de origen extranjero, nueve acabaron en el paro, frente a tres nacionales.
Con todo, estos condicionantes no superan el corsé que imponen los contratos regulados. Así, de cada cien eventuales en el primer trimestre, 14 habían perdido su empleo en el siguiente por dos indefinidos. La brecha supera las diez personas, el doble que en los casos anteriores.
Eso sí, los expertos advierten de que, agotado el margen para seguir destruyendo empleos temporales, el próximo zarpazo recaerá irremediablemente sobre los indefinidos. De hecho, por primera vez en catorce años el comportamiento del empleo indefinido fue negativo (135.000 efectivo menos respecto a 2008). De nuevo, el factor coste predominará. Los primeros llamados a caer en el pozo del desempleo son las 1.400.000 personas con una antigüedad menor de un año. (fuente:expansion)
La verdad es que el panorama es para preocuparse ya que si en vez del sistema actual de despidos, se cambiara para el despido libre habría muchas más empresas cerradas y gente en la calle, aunque claro está que también hay gente que opina lo contrario.
Se están empezando a leer noticias de recuperación en paises de la UE, pero aquí no se prevee que llegue hasta finales, principio del año siguiente, por lo que todavía quedan momentos difíciles y tensos ya que ya son muchos meses y muchas medidas, acertadas o no (eso es opinable) y todavia no se vé una reacción favorable.
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